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OCTUBRE TRANS 2015

Me han dicho que escriba que significa para mi el octubre trans y he decido expresar mi voz no como vocal de un área trans sino como madre de una niña trans y lo que esto supone en mi día a día. Últimamente parece que el hecho de salir hablando madres y padres con hijas e hijos trans empieza a resultar molesto sobre todo a estamentos administrativos lo cual me hace pensar que ya se ha acabado para estos el hacer oídos sordos. También agradezco que en algunas de estas esferas se nos dé la oportunidad de darles voz a nuestros niños y niñas.

Hay sentimientos que tengo de manera reciente que son la sorpresa y la decepción ya que en espacios donde nos suponíamos protegidas las familias, vemos que no es del todo así. Las personas adultas creen que se les da demasiada importancia a los niños y niñas trans, que se habla demasiado de ellas y de ellos, y además que las voces de sus familias y representantes no son los suficientemente válidas para expresar lo que sienten.

Bueno pues yo creo que se equivocan totalmente, creo que en los niños y niñas está el futuro y que tienen que desarrollar su personalidad sin ninguna traba, que tienen derecho a ser escuchados y que tienen derecho a ser felices a pesar de que muchas personas anteriormente no lo hayan podido ser. Creo que tienen derecho a un nombre y a que se les trate como se sienten, a que puedan estudiar lo que les apetezca y que puedan optar a un trabajo.
Dicho esto, me gustaría aclarar por qué  las familias tenemos derecho  a expresar la voz de los y las peques:

– porque hemos tenido que pasar por un proceso de adaptación para asumir la realidad de nuestros hijos e hijas

-porque hemos tenido que realizar una búsqueda laboriosa de información para poder ayudar y acompañar en este proceso

-porque no hemos tenido que formar y casi especializar para que se nos tome en serio en ámbitos de difícil acceso

-porque hemos tenido que implicarnos en asociaciones para que se  empezara a escuchar la voz de nuestras hijas e hijos

– porque hemos tenido que enfrentarnos socialmente pasando por alto nuestros propios miedos

– porque en muchos casos hemos tenido que visibilizarnos a pesar de la repercusión que este hecho tuviera

– porque también en muchos casos hemos tenido que pasar evaluaciones psicológicas que garantizarán que éramos aptos como padres o madres.

       
 Podría seguir añadiendo porqués a esta lista pero creo que es suficiente para expresar la desilusión en la que se convierte una lucha que debería ser de todos y todas y que se esté convirtiendo en quien se merece más en función de lo que has sufrido


En vez de pensar que todas y todos merecemos lo mismo, RESPETO Y DIGNIDAD.



Violeta Herrero
Vocal de Transexualidad, Lesbianas y Migrantes de COGAM


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Un Testamento y un Poema…

Hola de nuevo, queridos amigos y amigas de Cogam.
He vuelto a sacar la pluma, no para pasearla como muchas veces hago, en las magnificas y divertidas excursiones que se organizan a través de Cogam sino para escribir un montón de palabras sobre un problema que considero muy serio y al que me he tenido que enfrentar  dos veces en apenas una década. Me refiero al derecho de morir DIGNAMENTE  y  al testamento vital.
Hace unos cinco años, un alto cargo de la prestigiosa Fundación Nobel de Suecia y gran amigo mío, me ofreció en varias ocasiones, una elevada suma de dinero por acabar con su vida, en el caso de que la edad y la enfermedad le convirtieran en lo que él consideraba una carga para sus seres queridos. Era esta posibilidad, la de convertirse en un problema para los demás, lo que le tenía más preocupado. Entre bromas, acordamos 500.000 coronas suecas –unos 50.000 euros- por mi “colaboración”. Él estaba dispuesto a legármelos en su testamento. Jamás llegamos a firmar el acuerdo.
Desgraciadamente, apenas seis meses después, ocurrió lo que él tanto temía: sufrió un ictus. Quedó hecho un pajarito, encogido e inmóvil, tumbado en la cama de la unidad de enfermos terminales de un hospital de Estocolmo. Repetidas veces, fui a visitarle a esa deprimente lugar y solo en un par de ocasiones, tuve la sensación de que me reconoció. Me lo decían sus ojos cuando le hablaba. No sé hasta qué punto estaría en sus cabales. Cada día, los médicos le administraban gran cantidad de medicamentos. Recuerdo que un día le dije: quieres morirte, ¿verdad? ¿Te gustaría que te matase ahora mismo? De sus ojos salieron dos lágrimas que sequé con las yemas de mis dedos. Fueron muchas y muy fuertes las ganas que me entraron de estrangularlo, justo por el cariño tan grande que sentía por él. Salí de allí corriendo y llorando de tristeza e impotencia.
Una semana después, fui de nuevo a visitarle. Me acuerdo muy bien. Era un domingo, sobre las cuatro de la tarde. No había nadie en recepción. Tomé el ascensor hasta el último piso, el de la unidad de enfermos terminales. No veía a nadie, ni visitadores ni enfermeros. Conforme iba atravesando el largo corredor, pasaba por delante de las puertas de las habitaciones. Algunas, medio abiertas, dejaban entrever a los pacientes. Estaban sobre sus camas con expresiones ausentes. Parecían muertos en vida. Aquello, me sobrecogió. Cuando llegué a la habitación de mi amigo, le vi exactamente en la misma posición de la semana anterior. Olía fuerte a orina y heces. Le pasé la mano por la cabeza una y otra vez, hasta que por fin, abrió los ojos un instante. Me miró y los volvió a cerrar. Traté de que volviera conmigo con suaves caricias en las manos y en el rostro, pero no me respondía. Cogí uno de los almohadones y lo puse sobre su cara y en lugar de tener la fuerza para asfixiarle, rompí a llorar. Levanté de nuevo el almohadón y me largué de allí a toda prisa, sin que nadie advirtiese mi presencia. Tres días después, mi amigo falleció. Me lo comunicó su esposa, maldita para mí, porque fue ella la que se opuso a la muerte asistida, a pesar de que sus hijos y yo le insistimos varias veces en que esa era la voluntad de su marido. No acudí al entierro. Me quedé muy triste y con un amargo sabor de boca que vuelvo a sentir cada vez que lo recuerdo todo.  
La segunda historia es la de mi hermana. Hace un par de años, también sufrió un ictus. En este caso fue de segundo grado, es decir, quedó tocada, pero no paralizada del todo como le pasó a mi amigo sueco. Inmediatamente, toda la familia nos pusimos a trabajar. Solicitamos que fuera sometida a rehabilitación en la sanidad pública valenciana. Como toda respuesta, nos dijeron que estudiarían su caso para ver si cumplía con los requisitos y que, de ser así, la pondrían en lista de espera. Según un especialista privado con el que contacté , la rehabilitación debe ser inmediata para que los pacientes de este tipo de ictus puedan recuperar cuanta más sensibilidad y motricidad perdida mejor. Así que internamos a mi hermana en un centro privado, a razón de 500 euros diarios que pagamos entre sus tres hijos y yo. Hoy en día y gracias a este esfuerzo de todos, ella tiene movilidad suficiente para valerse casi por si sola en el  día a día. Sin embargo, ha perdido la memoria inmediata, el sentido de la orientación y la facultad de concentración. También se irrita con facilidad y, como una niña, ya no sabe comportarse en público. En otras palabras, de alguna manera es una persona dependiente. Me he propuesto que tanto mi hermana como su marido, que tiene 82 años, firmen el conocido como testamento vital para evitarles y evitarnos sufrimientos, tratamientos costosos, y el tiempo y la dedicación de que no disponemos,  así como la vergüenza y humillación que puedan sentir al verse ellos mismos en un estado deplorable y sin retorno. Creo que es una forma de demostrar, respeto y  amor por los demás, ya sean familiares o amigos.
Todos hablamos y hablamos. Mucho y de casi todo. Pero la muerte y el derecho a irnos con dignidad, sigue siendo un tema tabú. Y no entiendo por qué: a todos nos llegará el momento. Será por nuestra cultura católica, que la asocia al sufrimiento. Será por la iconografía que siempre asocia la muerte con la oscuridad y al miedo. Personalmente, no estoy de acuerdo con esto. Creo que hablar de la muerte no significa hablar de algo triste que por necesidad nos tenga que deprimir. Es, simplemente, familiarizarse con ella, sin que nos quite las ganas de vivir. No le tengamos miedo a la muerte y seamos conscientes de ella, precisamente para disfrutar más de la vida y para que cuando llegue el momento, la recibamos como a una amiga.
PD: DMD (Derecho a Morir Dignamente) es una asociación sin ánimo de lucro, registrada en el Ministerio del Interior con los siguientes fines:
 Promover el derecho de toda persona a disponer con libertad de su cuerpo y de su vida, y a elegir libre y legalmente el momento y los medios para finalizarla.
 Defender, de modo especial, el derecho de los enfermos terminales e irreversibles a morir sin sufrimientos, si este es su deseo expreso.
    Para la AFDMD la disponibilidad de la propia vida, la facultad para decidir sobre el propio devenir y su finalización sin sujetarse a opiniones o directrices ajenas a su voluntad es un bien innegociable reconocido como un valor supremo en la Constitución, comprendido por tanto dentro del marco de las libertades y derechos democráticos. Esta posición, absolutamente respetuosa con la libertad de cada individuo, está respaldada desde hace años por una mayoría de ciudadanos, empezando ahora a llegar a algunas instancias institucionales.Toda la información necesaria sobre el testamento vital, la podéis conseguir con una simple llamada telefónica a DMD telf. 913 691 746                 
Juan Iborra

Testamento vital

No quiero ser enterrado
Con pompa de duelo,
Ni tampoco ser bocado
Del falso rito
del diente funerario,

Pagando a los buitres
Por el mero hecho
De ser sepultado.

Boca y  mente ya cerradas
Sin poder disfrutar de nada.

Ni lágrimas ni flores

Ya que nada siento
Solo quiero silencio.

Olvidarme en un rincón
De esa nada que es
De donde vengo.

Y en lo posible
Por favor…….
Aliviarme el sufrimiento.
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Mi Orgullo

Quedan apenas unos días para que vuelva a tener lugar en Madrid la mayor Manifestación que se convoca en nuestro país y una de las mayores de Europa, la del Orgullo de lesbianas, gais, transexuales, y bisexuales.

Y con esta certeza quiero relatar mi experiencia, mi visión de cómo ha evolucionado el Orgullo y la Manifestación desde la primera vez que participé en ella.

En la primavera de 1993 leyendo un artículo en ELPAÍS sobre Entender en Positivo vi que había un colectivo gay llamado COGAM que tenía su sede en la calle Carretas y me decidí a pasarme por allí, para colaborar en lo que fuese necesario.

Ingenuo de mi, con mi armario bien armado, llegué, me hice socio, pero no hice más. Eso sí, empecé a frecuentar el colectivo, necesitado de hablar con personas como yo, y poco a poco fui participando.
En ese año 1993, si mi memoria no falla y no lo aseguro, la Manifestación que organizaba COGAM discurrió entre la Plaza de Santo Domingo y la Puerta del Sol. Éramos cien, doscientas personas, trescientas, no sé la cifra, pero si sé que quienes lo hacíamos suponíamos una nano partícula de la sociedad civil en el Madrid de ese año, por aquello de la afluencia se entiende.  Yo no tenía experiencia previa y me sentí satisfecho, incluso no tuve tentaciones de llevar careta o algo que me ocultara de terceros, lo cual me sorprende porque nunca he sido muy “valiente”.
En los siguientes años, la Manifestación bien por ese mismo recorrido bien por la calle Carretas, siguió en una tónica muy reivindicativa y no tan numerosa, pero yo ahí orgulloso de defender mi  existencia como persona, como ciudadano, algo que la sociedad sistemáticamente me había intentado hacer renunciar. Porque sí, el orgullo para mi es el triunfo de la dignidad, de la autoestima, del quererte a ti mismo, y si tú no te quieres, difícilmente vas a vivir plenamente.

En la Manifestación, siempre desde mi percepción, hubo un punto de inflexión que fue el cambio de recorrido. El pasar de calles estrechas a recorrer la calle Alcalá, seguidos por los antidisturbios, supuso dar una visibilidad que hasta entonces creo que no habíamos tenido. El recorrido facilitaba que participara mucha más gente y poco a poco la Manifestación se hizo un hueco en el Madrid de los noventa.

Lógicamente la decisión de hacer Estatal la Manifestación del Orgullo supuso su empujón definitivo y lo demás es Historia, con H mayúscula, porque su éxito incontestable catapultó nuestras reivindicaciones hasta niveles que yo personalmente no hubiera imaginado.

El participar en esta Manifestación es algo consustancial para mi, defender mis derechos, reivindicar lo que creo que es justo, y divertirme, porque sí, aunque la gente no lo crea hay tiempo para todo, para la reivindicación y el activismo y para el cachondeo.


Y la Manifestación tiene que seguir creciendo, manteniendo su nivel de exigencia, porque es nuestro principal altavoz, desde donde todo el mundo nos escucha, y hay que seguir aprovechándolo.

Me despido, felicitando y dando las gracias a las voluntarias y voluntarios de COGAM y FELGTB por seguir trabajando por el éxito de la mayor Manifestación, la del Orgullo de lesbianas, gais, transexuales, y bisexuales.

Leyes por la Igualdad Real ¡Ya!



Agustín López Lozano
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La “caída de los armarios” en las residencias para mayores: experiencias de una española en UK

    Además de antigua voluntaria y activista de COGAM, soy una de las españolas que en los últimos años se ha trasladado a otro país buscando mejores condiciones laborales y aprender algo de ingles. Sin ser muy original, lo reconozco, el destino elegido fue el Reino Unido; y por suerte para mi desde el primer día  he podido continuar mi carrera trabajando en el mismo sector que en España, que es el socio-sanitario, concretamente el de residencias para mayores. Y quería aprovechar esta especial invitación a participar en este blog para compartir con vosotrxs ciertas vivencias y reflexiones en relación al colectivo LGTB y su presencia en la sociedad inglesa.
    “Equality and diversity” (“Igualdad y diversidad”) es el título de una de las temáticas recogidas en la normativa escrita (“policies”) de mi centro de trabajo. Esta normativa constituye una guía que regula la actividad acerca de diferentes materias y suele estar basada en leyes de alcance nacional. En ella, además de figurar asuntos como “seguridad y salud”, “control de infecciones” y “movilización de usuarios”, encontramos también este otro aspecto que afecta a todxs y cada unx de lxs que traspasamos la puerta del edificio, especialmente a usuarixs y trabajadores. Equality and diversityda nombre también a una de las sesiones de formación interna que con carácter anual recibimos lxs empleadxs al fin de recordar y promover la igualdad y el respeto a los seres humanos por encima de cualquier condición como la edad, sexo, creencias religiosas u orientación sexual, entre otras. Y no es que se trate de una empresa dedicada o vinculada al colectivo LGTB; sino que en ella simplemente trabajamos personas que prestamos un servicio a personas.

  
    ¿Y os preguntáis de qué tratan las sesiones de formación sobre “igualdad y diversidad”? Bueno, pues para resumir deciros que lo que más me gustó fue la inclusión en uno de los videos de un ejemplo de un usuario transexual. Los videos planteaban distintos temas relacionados con la discriminación en el entorno laboral, expresados a través de breves episodios en los que se representaban situaciones hipotéticas en relación a residentes y empleados en un centro de trabajo similar al nuestro. Y me pareció un gran acierto incluir la transexualidad ya que lo considero un área en el que la estigmatización y discriminación están especialmente presentes  a causa del desconocimiento y falta de información. Cabe mencionar también en este punto, que uno de los colectivos protegidos por el Equality Act 2010, la cual es una ley de ámbito nacional, es el de las personas  transexuales,  haciendo referencia explicita a los casos de reasignación de sexo en su sección 7.
    Pero no, tampoco es que me haya sentado a escribiros para echaros una charla solo sobre el enfoque que el sector laboral británico tiene  a nivel teórico sobre el colectivo LGTB. El objetivo es más bien otro: manifestar mi ilusión y complacencia a consecuencia de ciertas experiencias vividas a nivel práctico; ideales anhelados de justicia, sensibilización  y cordura, que de repente he comprobado que existen también en esta parcela de la sociedad. Mas allá del hecho  de haber pertenecido a equipos de trabajo en los que se respetaba a compañerxs que estaban fuera del armario, quisiera destacar especialmente lo maravilloso y esperanzador que esta siendo conocer entornos en los que los usuarios del servicio, que se encuentran ya dentro del rango de la tercera edad como os decía anteriormente,  parecen disfrutar de su orientación sexual abierta y libremente. Ante situaciones de usuarixs mayores que no esconden tener una pareja del mismo sexo,  y por otro lado trabajadores que tratan el tema con toda normalidad,  me temo – y muy alegremente- que estamos hablando de  otro nivel. Otro nivel de desarrollo en el que el progreso llega hasta esos colectivos donde la realidad de las personas LGTB parece más invisibilizada.
    Con esto tampoco pretendo criticar los centros prestadores de servicios a mayores en España, entre muchos otros motivos porque hace tiempo que no trabajo en este país y prefiero no opinar sobre algo de lo que no dispongo información o experiencias directas actuales. Tan solo trato de poner sobre la mesa un excelente ejemplo de normalización del que seguro que muchxs tendrían que aprender. Por ejemplo esas sociedades en las que los derechos y libertades del colectivo LGTB parece que gozan de buen estado de salud gracias a un respaldo legislativo y a una población cada  vez más concienciada y educada al respecto; pero siendo ese aparente buen estado de salud  tan solo parcial.
    En mi opinión personal quizá no sea suficiente con pensar o escribir en una normativa (ya sea una ley de ámbito nacional o un protocolo de una empresa) que se promueve la igualdad y diversidad. Si se es LGTB-friendly, creo que además de serlo hay que parecerlo. Iniciativa y proactividad pueden ser buenas actitudes a incorporar por parte de esos centros para mayores que no lo están teniendo verdaderamente en cuenta; y empezar así contribuir a que las personas mayores tengan mayor certeza de que podrán seguir siendo ellas mismas también llegado el caso de vivir en un centro de esas características.
  Para terminar deciros a modo de curiosidad que esos ambientes laborales respetuosos que he conocido en UK, también destacan para mi por ser sitios superalegres, donde el personal esta de muy buen humor y las risas forman parte de la jornada siempre que se puede, entre el personal y también con lxs usuarixs; donde estos se arrancan a cantar espontáneamente….y lxs demás se le unen y de repente te encuentras en un comedor lleno de octogenarios cantando a capela en un concierto improvisado (verídico); donde también se ponen a bailar si se tercia…en…fin…a nice sense of freedom… diversas piezas de un mismo puzzle que parecen encajar bajo una especie de simbiótica interconexión. Hasta el gato parece el felino más feliz sobre la faz de la Tierra. Falta un cartel en la puerta principal  que diga: “Bienvenidxs a la nueva realidad”.
Cristina Jiménez Baños
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¿Qué hago si mi hijo me pide un vestido de princesa?

    Si mi hijo me pide para su cumpleaños un vestido de princesa es porque es una mujer transexual? Si mi hija pidió una equipación de fútbol es porque es un hombre transexual?
    Si su hijo o hija le pidió estas cosas como regalo por su cumpleaños será porque es algo que le gusta, que forma parte de sus intereses, con lo que le gustaría jugar y que quiere tener. Nada más. No significa que sea gay, ni lesbiana, ni bisexual, ni trans*. Lo único que pone de manifiesto es que su hijo/a tiene una expresión de género no convencional, es decir que difiere del comportamiento/gustos/roles de género que tradicionalmente se espera que tengan los niños o niñas.
    Pero sí hay algo más. Si su hijo/a se atreve a pedirle estas cosas para su cumpleaños es importante que tenga en cuenta lo siguiente:
1.-Que su hijo/a ha sido lo suficientemente valientepara hacerle llegar una petición que sabe que va en contra de los parámetros establecidos de género, y por tanto de las cosas que nuestra sociedad le ha enseñado que son de niños o de niñas. Y no se equivoque, por muy pequeño/a que sea el niño/a ya sabe la reacción que provoca en los adultos cada vez que expresa esos gustos y preferencias que van en contra del patrón convencional del género. Lo ha aprendido de las miradas que ha recibido por parte de sus familiares, de los comentarios por lo bajo que ha visto que suscita en otros adultos cuando lo hace, o de las risas y críticas que abiertamente provoca en su grupo de iguales. Por tanto entiende perfectamente la penalización social que conlleva lo que está pidiendo.
2.-Una vez entendemos que mi hijo/a entiende lo “transgresor” que esto puede ser para algunos adultos; que tenga el valor de pedírnoslo significa: que tiene la confianza necesaria en nosotros como padres para hacerlo y que sabe que no le/la juzgaremos por pedirlo. Como progenitores esto nos debe llevar a la conclusión de que lo estamos haciendo bien, que estamos ofreciendo una educación abierta y diversa a nuestros hijos que les hace saber que pueden mostrarse tal y como son y por tanto expresar sus gustos y personalidad de forma libre y sin miedo a nuestros prejuicios.
3.-Debemos diferenciar la expresión del género que mi hijo/a tiene, de su orientación sexual o identidad de género. Pero también debemos saber que hay estudios que han demostrado que una gran parte de los niños con un comportamiento de género no convencional pueden ser adultos gais, lesbianas o bisexuales en un porcentaje alto. En menor número adultos transexuales, o heterosexuales.
    Por tanto ni todos los niños que nos vestíamos en la infancia de princesas somos mujeres transexuales, ni todos aquellos que tenían una expresión de género convencional son heterosexuales o cisexuales. No existe ninguna relación univoca entre la expresión de género no convencional y determinada orientación sexual o ser una persona trans. Por tanto si mi hijo o mi hija ha realizado por su cumpleaños una petición que no encaja dentro de los parámetros de género tradicionales, sólo significa eso, que se sale de esos parámetros más encorsetadores del género.
Pero también es verdad que este hecho me debería de poner alerta para:
1.-Seguir fomentando un entorno familiar seguro y respetuoso ante la diversidad . Donde el menor pueda expresarse tal y como es, que le libere del miedo a no cumplir los roles de género preestablecidos socialmente de lo que es femenino o masculino. Una educación que además debe incluir la normalización de la diversidad de orientaciones sexuales y de que es posible ser una persona trans. Que todas las opciones son “normales” y buenas. Este entorno permitirá que el niño/a sienta que sus padres le quieren tal y como es, permitiendo mantener intacto ese sentimiento de amor incondicional que es fundamental para su buen desarrollo físico y mental. Ya que sea cual sea su orientación o identidad será él el que la manifieste y cuanto más diversa sea la educación que reciba, menos dificultades tendrá a la hora de realizar ese proceso de autoidentificación.
2.-Dotar al niñ@ de herramientas que le permitan afrontar las posibles situaciones de rechazo que pueda experimentar. Tiene que saber que no todo el mundo entenderá y respetará igual de bien sus gustos y expresiones no convencionales fuera del entorno familiar (seguro y comprensivo). Hay que empoderarle para que sepa que él o ella no tiene ningún problema, que el problema es de los demás, de esos que no respeten o entiendan la diversidad.
3.-Ver si su expresión de género va acompañado de otro tipo de indicadores como: la incomodidad con el cuerpo, el sentimiento de que su género está mal asignado, la creencia que cuando crezca se desarrollará según el sexo contrario, o la petición de que se le llame por un nombre que no coincide con su sexo de asignación). En este caso lo que puede estar pasando es que nuestro hijo o hija sea trans. Si es así, es fundamental entrar en contacto con profesionales especializados que nos guíen en este proceso con dos fines fundamentales: ofrecernos información adecuada y libre de prejuicios tanto sobre las realidades trans como los diferentes itinerarios existentes, como por otro lado permitirnos entrar en contacto con iguales. La finalidad de todo esto será que el menor realice un proceso autodeterminativo de su realidad, es decir, que si lo necesita, alguien pueda ayudarle a que él mismo identifique qué es, qué le pasa, y qué tipo de ayuda necesita.
    Todos tenemos que hacer un ejercicio que nos ayude a liberarnos de la educación rígida sobre género que hemos interiorizado. Cuando un niño transgrede las normas de género, sólo significa eso. No debemos asociarlo directamente a determinadas orientaciones sexuales o a ser trans, ya que al final estaríamos cometiendo la misma equivocación. Tan sólo debemos estar atentos. Debemos permitirles ser libres. Que sean tal y como
son, y después ya serán ellos los que nos digan cuál es el camino a seguir. Sólo hay que estar atentos y mirar con la mente abierta.
    Si cree que necesita recibir más información sobre este asunto, no dude en ponerse en contacto con nosotrxs.
Fundación Daniela es una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo principal es terminar con la discriminación que sufre el colectivo de niños/as y adolescentes Trans*. Por eso nos hemos comprometido a sensibilizar a la sociedad con el fin de erradicar la discriminación y el estigma que sufren estos jóvenes y conformar una red de profesionales especializados que atiendan a nuestros hijos desde una perspectiva despatologizante y libre de prejuicios.


    Para ello creemos que la sociedad tiene que liberarse de las visiones reduccionistas y llenas de prejuicios que manejan sobre la sexualidad y el género, para llegar una visión menos encorsetada, menos dicotómica y más abierta.
Puede localizarnos a través de los siguientes datos de contacto:
Fundación Daniela
www.fundaciondaniela.org
info@fundaciondaniela.org
+0034 645819009

Isidro García Nieto. 
Gerente de Fundación Daniela
Trabajador social y sexólogo del Programa LGTB de la Comunidad de Madrid