La humanidad de los mayores de treinta, un universo integrado por numerosos planetas creados en la infancia, en cuya atmósfera estamos obligados a vivir el resto de nuestros días, no tolera la diferencia consustancial a los LGTB+.
Las causas son el miedo a lo desconocido, los prejuicios por la falta de información, la irritación que te causa el que otro no cumpla las normas sociales de género (cuando sufres para actuar conforme a ellas), o el deseo de sentirte superior, siendo la opción de aplastar al LGTB+ una de las más sencillas.
Nuestra sociedad sólo tolera un camino para llevar una vida plena y castiga a quien no lo transita. Siendo personas de bien, no cabe en la cabeza alejarse de este sendero. Si somos mujeres debemos ser dependientes, delicadas, frágiles; con dominio de las tareas domésticas y del cuidado de nuestra propia imagen. Si somos hombres debemos ser independientes, valientes, competitivos; no expresar nuestros sentimientos y estar locos por el sexo. Es éste un camino que se incrusta en nuestro cerebro; cuando otros compañerxs se desvían de él, los nefastos tipos de homofobia cobran lugar.