Una semana triste ha caído sobre los creyentes y espirituales LGTB de Madrid y de diferentes partes del mundo.
Jesús Herrero ha fallecido.
Nació casi al final de la Segunda Guerra y creció dentro del franquismo. Nació 46 años antes de que, el mismo día de su cumpleaños, se declarara “Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia”. Estos avances aligeraron un poco el peso de la homofobia internalizada.
Como el nos ha contado en una de las tantas entrevistas nacionales e internacionales en las que ha participado: «Acepté mi orientación ya casi con 60 años. Me habría gustado envejecer junto a alguien pero no podía decir: ‘Mi novio’. Era ‘el amigo con el que vivía’. Cuando ya no tuve que esconderme más resultó que ya era anciano».
Los siguientes 15 años de vida caminó superando muchísimas barreras, externas e internas, pero la discriminación sufrida durante tantos años por ser LGTB fue un aguijón en la carne que continuo acompañándolo.
Pero Jesús también descubrió la fe y el amor de, y hacia, Jesús de Nazaret. En otra entrevista nos dijo: “Es tan «religioso como marica», asegura. Estudió Filosofía y Teología en un seminario de Francia, su sueño era ser misionero en África pero le expulsaron por ser gay: «Me dijeron que era muy nervioso. Sutilezas». Su orientación sexual fue durante décadas como vestir de luto y guardar silencio.”
Como LGTB se acerco tímidamente a Cogam (Colectivo Gay de Madrid) pero una luz que ya había crecido en su alma también le demandaba atención. Su ser creyente le pedía la reconciliación con su orientación sexual. Fue entonces que comenzó a participar de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana en España (Una Iglesia cristiana lgtbfriendly con más de 400 comunidades en 40 países y que recién comenzaba su incursión en España). En ese tiempo a cargo del Pastor Brian y con poquísimos participantes. Era el comienzo de su visibilidad y activismo como creyente LGTB. Años más tarde acompañado por el Pastor Alejandro, y con toda la ilusión, se haría Diacono de esta comunidad.
Jesús desarrolló un activismo de pequeñas cosas y de presencia. Se definia como cristiano, ecuménico e intereligioso (Todxs tienen su lugar en la casa de Madre y Padre). “Mi espiritualidad es un pequeño dialogo, un pequeño contacto, una pequeña oración sin más trascendencia y luego una acción a través de ciertos grupos de los que formo parte” nos decía.
Conoció y se incorporo a Crismhom (Cristianos/as de Madrid homosexuales +) donde desempeño un importante trabajo en las comisiones de acogida, ocio y cultura y, fundamentalmente, en la comisión de Liturgia. No había celebración o evento donde Jesús no estuviese desempeñando esos trabajos que se hacen tras bambalinas. A quienes lo conocimos en esa época nos parecía que en él se encarnaba la palabra: “… que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”.
También siempre había una palabra para aquellos llegados por primera vez. Pero sus “verdaderas” palabras también tenían destinatarios específicos: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos”.
Reconocía a los turistas espirituales de aquellos sedientos de fe y, sin discriminar, daba a cada uno aquello que necesitaba.
Era un ser con pinchos que escondía un alimento sabroso. Ya tenía una edad y una acumulación de sufrimiento que le ayudo a desprenderse del deseo de agradar, de las ideas de “santidad perfeccionista” y de tener que dar explicaciones a los demás. Ser quien realmente era fue su forma de caminar en su larga noche del alma.
Sus ojos se encendían, dejando traslucir su alma, cuando hablaba de las cosas de “su” Jesús de Nazaret y de la vida espiritual. Sabía encender el mismo espíritu y compromiso al alma que lo escuchaba. No solo consejos sino también collejas educando así al alma de quien lo escuchaba..
Fue hijo, hermano, tío, tío abuelo, padrino, etc. y fue «padre espiritual» de aquellos que lo rodeaban y a los que él se abría para entregar las “perlas”. También fue «madre» dando casa y comida a varios LGTB que eran perseguidos por su orientación sexual.
Siendo un mayor LGTB de Madrid, apenas abrió sus puertas la Fundación 26 de Diciembre (orientada a los mayores LGTB), fue uno de los primeros en sus filas y eventos. Así es como llevo las celebraciones de I.C.M. a la Fundación los días domingos.
Casi al mismo tiempo comenzó a aportar con su presencia a las actividades de la Sección Espiritualidad de Cogam. En los talleres de los domingos en la F26D, en la Iglesia Evangélica Española, en la sede de Cogam. Pero su mayor voluntariado en esta asociación fue tras bambalinas: aconsejar, marcar pautas, influir ánimos.
Cuando I.C.M comenzó a participar con la Iglesia Evangélica Española (I.E.E.) también Jesús Herrero ocupo un lugar allí. Y hasta una semana antes de su fallecimiento el banco del fondo de la Iglesia de la calle Noviciado 5 contó con su presencia los domingos.
Creyente, Visible, Activista y LGTB son pocas “etiquetas” para esta alma grande en el cuerpo de un hombre anciano.
“Acéptate. Sé quién eres. De hecho es aceptar la voluntad de Dios que te hizo así, que te quiere de esta forma.” – nos decía.
La muerte no es el final. No se extraña a quienes se ama. Se llevan dentro.
Hoy Jesús Herrero Velázquez nuestro recuerdo y agradecimiento por tu constante visibilidad creyente y tus aportaciones a diferentes asociaciones LGTB.
Os dejamos con sus palabras finales en cada celebración que organizaba: “QUEREOS MUCHO, NO DESCUIDÉIS LA ORACIÓN, ESTAD ATENTOS UNOS DE OTROS».
Sección Espiritualidad de COGAM