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CENTRO SOCIO-EDUCATIVO DE MAYORES LGTB

    En momento de falta de proyectos ilusionantes, donde pareciera que estamos en las trincheras resistiendo que pase el chaparrón y que podamos salvar algo de la quema, la llegada de aire cálido, fresco y amable nos anima y sobre todo nos hace pensar, acercarnos para comprobar si es real, impregnarnos de su espíritu y salir con nuevas fuerzas.
    La apertura de la Sede Social de la Fundación 26 de Diciembre, está siendo un acontecimiento importante para todo el colectivo LGTB-H. Esta situación nos colma de alegría al demostrar que todavía hay gente buena y con ganas de cambiar el mundo, una tarea ardua y compleja pero que, pasito a pasito, algunos locos/as lo consiguen. Aquí viene la frase de nuestro Constantino Cavafis:
 “Solo quien tiene sueños tiene la posibilidad de poder verlos realizados.”
    Si era un sueño, un sueño que empieza a despertar, a pasar del mundo del deseo al mundo real; el poder disfrutar de los sueños darles formas, acunarlos, darles nombres……….momentos que te llenan de satisfacción, porque no estábamos locos como te decían, éramos unos ilusos…..pobrecitos……….en estos momentos no somos importantes………dedicaros a otra cosa…….pero con eso ya se contaba. Toda idea, proyecto que no se ajusta a la norma, es como si estuvieras nadando contra corriente, como si  te ponen palos en las ruedas.
    El disponer de un espacio independiente sí que te hace libre, libre y responsable a la vez. Un espacio de construcción, abierto donde podemos planificar, diseñar, pensar, discutir, preparar como queremos que este sea. Participar es la palabra clave, somos parte activa y entre todas y todos vamos a construir un lugar de activismo, visibilidad, creatividad, ayuda mutua, de respeto de proyección, un espacio que nos va a representar, un lugar para educar, encontrarnos y es curioso que sea de mayores, esas personas que se nos condenaba a esperar “el último viaje” como nos dice Machado, nos juntemos y con esas pocas fuerzas, la pongamos al servicio de lo común y consigamos todo un vendaval, que descoloque ideas, pensamientos y murallas construidas por la ignorancia.
    Tampoco es extraño que estas generaciones de personas mayores retomen esas fuerzas, pues lo han vivido ya en sus carnes: lo malo,  la persecución, el miedo, la cárcel, el armario…….; y lo bueno: la ilusión, los cambios, los derechos, la participación en el proceso de cambio social, el saber de primera mano la fuerza que podemos tener si nos unimos si tenemos proyectos, sueños, ganas de dejar huellas, de decir que he vivido y quiero seguir viviendo, participando, aprendiendo, creciendo como persona que soy, para conseguir aquella felicidad que durante siglos nos han intentado robar, poniéndola en otro lugar y no, sabemos que está aquí.
    Estamos construyendo la felicidad, sí, una felicidad del día a día, el tener una mano amiga que te ayuda a destruir la soledad obligada, un espacio para compartir, acoger, apoyarnos y aprender. Si eso va a ser este  espacio que, como hay que ponerle nombre le llamaremos Centro Socio-Educativo de Mayores LGTB-H, ahora falta el apellido y esperamos que algún mecenas nos ayude económicamente a acelerar el proceso que ya está en marcha.
    Tener un espacio donde nos encontramos, compartimos desayunos, charlas, comidas, actividades, organizamos campañas, trabajamos las artes escénicas, recuperamos a compañeras y compañeros que fueron pioneros y abanderados de la visibilidad de nuestra orientación sexual y de género, que tuvieron que pagar un alto precio y que nos siguen entregando su saber hacer, cantando, bailando y contando que es un lujo ver como se arrancan a cantar y nos ofrecen todo su arte, y ahí  es cuando  se nos pone la carne de gallina y le damos nuestros más intensos y agradecidos aplausos, esos aplausos que hacía mucho tiempo que no escuchaban.

    Esta nueva experiencia depende de todas y todos nosotras en que llegue a buen término, implicándonos, según nuestras posibilidades, en una palabra: apoyándola. 
Por Federico Armenteros
Presidente de la Fundación 26 de Diciembre
http://www.fundacion26d.org/
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Bisexualidad: una visión personal

La bisexualidad entró en mi vida bastante tarde y ha sido un reconocimiento a mi propia historia personal. Cuando me descubrí bisexual, todo cuadró de repente y me sentí en paz. Es bastante habitual, por lo que he visto hablando con otr@s bisexuales y por mi propia experiencia, el haber sentido confusión al intentar por todos los medios adaptarte a la norma ya sea heterosexual u homosexual. Yo “he sido” hetero y homo en varias fases de mi vida y esto fue un gran problema para mí, de forma que en cierta manera introyecté muchas opiniones bifóbicas que nos rodean constantemente: esto es inmadurez, no eres una persona seria, estás descentrada etc…


Hace dos años, leyendo artículos sobre la orientación sexual, de repente comprendí que estaba intentando reducir al absurdo mi propia emocionalidad e instintividad. No tenía que escoger. Es más, hoy en día pienso que el hecho de tener que escoger una etiqueta de las que se vienen utilizando no es un “proceso natural” en sí mismo. Las etiquetas no son más que palabras que definen conceptos en una determinada escala social y antropológica, no son fenómenos de la naturaleza. Es más una consecuencia de nuestra necesidad de nominar los fenómenos naturales y clasificarlos dentro de categorías para poder controlarlos, aunque sea intelectualmente. Pero se debe ser consciente de que en este proceso se reduce y se  simplifica la realidad de la vida. Por ejemplo, las etiquetas hetero y homo son muy reduccionistas y dicen poco de las personas implicadas en una relación, porque sólo aplican al sexo biológico de quienes se emparejan. Es mucho más importante qué tipo de personas son, qué roles asumen dentro de la pareja, qué estilo personal desarrollan dentro de esa unión. Estamos poniendo el foco en el lado equivocado al fijarnos tanto en el sexo biológico de las parejas y menos en el fondo de las personas que las constituyen, la dinámica que las construye y el motor emocional que las mueve.
Hace ya más de 50 años que Kinsey propuso el continuum de la sexualidad humana y todavía andamos así, intentando explicar algo tan rico y complejo en código binario de ceros y unos. En mi opinión, el problema de base viene de que dicha simplificación se ha buscado ex profeso desde tiempos inmemoriales por diversas razones sociales y políticas. Por el contrario, pienso que la sexualidad humana debe compararse con otros fenómenos plenamente “humanos” como el lenguaje o la inteligencia conceptual. Sobre estas bases, he explicado un modelo de sexualidad humana en varios foros LGTB de las Universidades en Madrid. 
 
 
La historia de la descripción de la inteligencia humana se parece bastante a la de la sexualidad. No hace tanto, pongamos 30 años, en los colegios españoles se hacían “test de inteligencia” a los niños, que salían del invento con una etiqueta para toda la vida llamada cociente intelectual. En este caso, las categorías no son homo/hetero sino que el numerito se traducía socialmente en: tonto, medio tonto, normal, listo, superdotado. Ya solo leerlo, con nuestros ojos de siglo XXI, resulta horripilante. Por suerte, Coleman y otros han explicado que la inteligencia humana no puede reducirse a una categoría, definida por un número, que proviene de un test que se hace un día. La inteligencia humana es un fenómeno diverso (no hay una sola inteligencia), todas las personas disponemos de varios tipos de inteligencias a la vez y, además, dichos talentos se desarrollan con el tiempo. En el desarrollo de la inteligencia influye también, como es bien sabido, el entorno social y familiar, la historia del individuo con las oportunidades o desgracias que ha vivido, y finalmente su forma de relacionarse con el mundo y con otras personas. Muy parecido a lo que sucede con el mundo emocional y sexual. Lo contranaturasería suponer que los seres humanos, que se caracterizan por esta multiplicidad de talentos desarrollándose de forma diversa y plástica a lo largo de la vida, sean monocordes e inmutables en las emociones y la sexualidad. Pienso que esto implica una contradicción tan fundamental, que urge explicar que las personas somos mucho más que las categorías y las perogrulladas con las que muchas veces nos intentamos identificar.
 
 
En este sentido, la mal llamada bisexualidad(porque el nombre se basa en un modelo binario reduccionista), puede servir al mundo como la punta de lanza para explicar una visión del hombre y las relaciones afectivas completamente nueva, abierta y enriquecedora. En definitiva, más real.
Por Isabel Portero
BLOG Isabel Portero