«Cuando tenía cinco o seis años, recuerdo estar convencida de que era una niña, prefería llevar el pelo largo y ropa de chica y no entendía por qué mis padres me trataban como a un muchacho, por lo que decidí esconder mis sentimientos”.
Así describía parte de su infancia la músico Wendy Carlos, una de las compositoras más importantes del siglo XX y “madre” de la música electrónica; quién compaginó una exitosa carrera musical con una transición y una operación de reasignación de sexo, en una época en la que la sociedad no hablaba de estos temas, no existía ningún debate público, por lo que, ciertas personas, parecían no existir.
Wendy nació como Walter Carlos el 14 de noviembre de 1939, en Pawtucket, Rhode Island (Estados Unidos), en el seno de una familia de clase trabajadora. Durante su infancia fue acosada frecuentemente por su feminidad y ella encontró consuelo en el piano, que aprendió a tocar con sólo seis años. A la temprana edad de diez años ya había compuesto una pieza: Trío para clariente, acordeón y piano.
«Después de la pubertad, mi situación pasó a ser más y más infernal, así que, en mi adolescencia tardía, me hice más masculina y empecé a odiar mi cuerpo”.
Carlos asistió a la universidad de Brown, dónde se graduó en Física y Música. Más tarde acudió al Centro de Música Electrónica de Columbia-Princeton, primera escuela de música electrónica de Estados Unidos, dónde obtuvo un máster en música; pero, lo más importante para ella, es que pudo estudiar con Otto Luening y Vladimir Ussachevsky, pioneros de la música electrónica, quiénes tuvieron gran influencia en el trabajo posterior de Wendy.
Después de graduarse, Wendy Carlos conoció a Robert Moog, inventor del sintetizador Moog, uno de los instrumentos más revolucionarios jamás creados, al que Carlos le hizo ligeras modificaciones, con las que terminó consiguiendo un sonido lírico y elegante jamás escuchado con anterioridad.
1968 es un año importante para Wendy Carlos, ya que fue cuando su carrera despegó de manera fulminante, con la publicación de Switched-On Bach, primer trabajo en el que un sintetizador sustituye a una orquesta.
También el año 1968 fue importante para Carlos porque fue cuándo decidió empezar su transición. Wendy se refería a sus años vividos como Walter como “una monstruosa pérdida de tiempo”. Pero Wendy Carlos llevó su tratamiento hormonal en secreto, llegando a llevar patillas falsas, peluca de hombre o pintarse vello facial en la cara, para tener la apariencia de un hombre.
Fue en el año 1972 cuando se realizó la operación de reasignación de sexo y, siete años después, en 1979, apareció en la revista Playboy hablando sobre su transexualidad.
«La revista siempre ha estado preocupada por la liberación y yo estoy ansiosa por liberarme”.
Paralelamente, su carrera siguió creciendo y cosechó numerosos éxitos, ya que Carlos fue la responsable, entre otras, de bandas sonoras de películas tan memorables como La naranja mecánica, El Resplandor o Tron.
El haber hablado públicamente sobre su transexualidad nunca le afectó de manera negativa a su trabajo, siguiendo muy activa durante las décadas de los 80 y 90. Aunque sí se llegó a arrepentir de haber hablado para Playboy, por el tratamiento frívolo que tuvieron hacia la transexualidad, por lo que no se vio correctamente representada en dicho artículo.
“El público resultó ser increíblemente tolerante o, si lo prefiere, indiferente…”.
Wendy Carlos influyó en muchos compositores y en la nueva ola de música electrónica que aparecería después. También influyó y sirvió de inspiración a la comunidad LGTB+, ya que Wendy Carlos fue la primera mujer transgénero en hablar públicamente de un tema que, entonces, era tabú.