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Bisexualidad: una visión personal

La bisexualidad entró en mi vida bastante tarde y ha sido un reconocimiento a mi propia historia personal. Cuando me descubrí bisexual, todo cuadró de repente y me sentí en paz. Es bastante habitual, por lo que he visto hablando con otr@s bisexuales y por mi propia experiencia, el haber sentido confusión al intentar por todos los medios adaptarte a la norma ya sea heterosexual u homosexual. Yo “he sido” hetero y homo en varias fases de mi vida y esto fue un gran problema para mí, de forma que en cierta manera introyecté muchas opiniones bifóbicas que nos rodean constantemente: esto es inmadurez, no eres una persona seria, estás descentrada etc…


Hace dos años, leyendo artículos sobre la orientación sexual, de repente comprendí que estaba intentando reducir al absurdo mi propia emocionalidad e instintividad. No tenía que escoger. Es más, hoy en día pienso que el hecho de tener que escoger una etiqueta de las que se vienen utilizando no es un “proceso natural” en sí mismo. Las etiquetas no son más que palabras que definen conceptos en una determinada escala social y antropológica, no son fenómenos de la naturaleza. Es más una consecuencia de nuestra necesidad de nominar los fenómenos naturales y clasificarlos dentro de categorías para poder controlarlos, aunque sea intelectualmente. Pero se debe ser consciente de que en este proceso se reduce y se  simplifica la realidad de la vida. Por ejemplo, las etiquetas hetero y homo son muy reduccionistas y dicen poco de las personas implicadas en una relación, porque sólo aplican al sexo biológico de quienes se emparejan. Es mucho más importante qué tipo de personas son, qué roles asumen dentro de la pareja, qué estilo personal desarrollan dentro de esa unión. Estamos poniendo el foco en el lado equivocado al fijarnos tanto en el sexo biológico de las parejas y menos en el fondo de las personas que las constituyen, la dinámica que las construye y el motor emocional que las mueve.
Hace ya más de 50 años que Kinsey propuso el continuum de la sexualidad humana y todavía andamos así, intentando explicar algo tan rico y complejo en código binario de ceros y unos. En mi opinión, el problema de base viene de que dicha simplificación se ha buscado ex profeso desde tiempos inmemoriales por diversas razones sociales y políticas. Por el contrario, pienso que la sexualidad humana debe compararse con otros fenómenos plenamente “humanos” como el lenguaje o la inteligencia conceptual. Sobre estas bases, he explicado un modelo de sexualidad humana en varios foros LGTB de las Universidades en Madrid. 
 
 
La historia de la descripción de la inteligencia humana se parece bastante a la de la sexualidad. No hace tanto, pongamos 30 años, en los colegios españoles se hacían “test de inteligencia” a los niños, que salían del invento con una etiqueta para toda la vida llamada cociente intelectual. En este caso, las categorías no son homo/hetero sino que el numerito se traducía socialmente en: tonto, medio tonto, normal, listo, superdotado. Ya solo leerlo, con nuestros ojos de siglo XXI, resulta horripilante. Por suerte, Coleman y otros han explicado que la inteligencia humana no puede reducirse a una categoría, definida por un número, que proviene de un test que se hace un día. La inteligencia humana es un fenómeno diverso (no hay una sola inteligencia), todas las personas disponemos de varios tipos de inteligencias a la vez y, además, dichos talentos se desarrollan con el tiempo. En el desarrollo de la inteligencia influye también, como es bien sabido, el entorno social y familiar, la historia del individuo con las oportunidades o desgracias que ha vivido, y finalmente su forma de relacionarse con el mundo y con otras personas. Muy parecido a lo que sucede con el mundo emocional y sexual. Lo contranaturasería suponer que los seres humanos, que se caracterizan por esta multiplicidad de talentos desarrollándose de forma diversa y plástica a lo largo de la vida, sean monocordes e inmutables en las emociones y la sexualidad. Pienso que esto implica una contradicción tan fundamental, que urge explicar que las personas somos mucho más que las categorías y las perogrulladas con las que muchas veces nos intentamos identificar.
 
 
En este sentido, la mal llamada bisexualidad(porque el nombre se basa en un modelo binario reduccionista), puede servir al mundo como la punta de lanza para explicar una visión del hombre y las relaciones afectivas completamente nueva, abierta y enriquecedora. En definitiva, más real.
Por Isabel Portero
BLOG Isabel Portero

 

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Orgullo de ser creyentes LGTB(1), sin armarios.

    Nos mintieron -y lo siguen haciendo- en nombre de la Biblia, del Corán, del mismo evangelio.
    Quizás por defender su parcela de poder en la Iglesia-Poder-Estado, por mantener el control, por envidia de que tengamos la libertad y honestidad que ellos no se permiten; quizás por ignorancia, por no penetrar más allá de textos religiosos interpretados de forma literal y fundamentalista, por no ponerlos en su contexto histórico, así como no querer valorar la experiencia humana.
    Si al Dios tribal descrito por las mentes limitadas por el entorno histórico del pueblo de Israel, según se ilustra en el Antiguo Testamento, le atribuían entonces acciones tan bárbaras como mandar matar a alguien que cortara leña en sábado, o apedrear a una mujer hasta la muerte si resultaba no ser virgen tras el matrimonio – la lista de textos bíblicos horribles podría ser bien larga -, los ya “conocedores” del Nuevo Testamento de  épocas más cercanas han seguido condenando, odiando, torturando y asesinando a personas cuya orientación sexual o identidad de género, entre otras, no les encaja con su ideal heteronormativo, en nombre de otro Jesús y otro Dios limitados y tribales.  
    Idólatras que quisieron y quieren hacer de su experiencia la definición de un Dios que no podemos definir, comprender ni abarcar en su totalidad, sólo, quizás tratar de entender sutilmente desde nuestra experiencia o ideas personales y parciales.
    Sin embargo, el tiempo juega a favor de la razón y una verdad más objetiva, como ya se la dio a Galileo y a Servet, y como se la sigue dando a tantas y tantos. Y los que una vez nos ridiculizaban, ahora fácilmente son ellos los que ante la sociedad quedan en ridículo por seguir condenando, descalificando y agrediendo a quienes no encajamos en su ideal de sexualidad, familia o matrimonio.
    ¿Pero por qué, en lugar de rediseñar dañinos y tóxicos cursos2 para tratar de cambiar la orientación sexual no exploraron/an otros textos tan interesantes y reveladores como los que narran el amor homoerótico entre David y Jonatán3 o las palabras de Jesús de Nazaret indicando que ya no hay judío ni griego, que no hay esclavo ni libre ni hay hombre ni mujer4, u otros, como Jesús sanando al amante del centurión5, o haciendo del hombre que llevaba el cántaro una señal-guía para sus discípulos6. Por la razón que sea no les conviene, prefieren seguir con sus prejuicios contra la plena igualdad de la mujer y las personas LGTB, no queriendo ser sensibles al Espíritu y abrirse a una dimensión mucho más amplia, diversa y profunda de la realidad de Dios y del ser humano así como permitir que las personas LGTB tengan vida plena y en abundancia.

    Como dice mi amigo el obispo episcopaliano, profesor y teólogo John Shelby Spongen su manifiesto Here I Stand7, “esa gente odia a los homosexuales y le tiene terror a la propia homosexualidad, pero saben que ese odio es incompatible con el Cristo que afirman profesarLa desigualdad para gays y lesbianas ya no es un asunto discutible, ni en la Iglesia ni en el Estado…”.



    Por esto, porque como cristianas y cristianos creemos en un Jesús de Nazaret que nos muestra el rostro de un Dios no excluyente, madre, padre, amiga, amigo; un Jesús de Nazaret que ya dio la vuelta a casi todo en su época, retando a los poderosos, a los religiosos, dignificando a la  mujer, a los extranjeros, a los pobres, a los que pensaban, sentían o creían de forma diferente; porque creemos que ese Jesús de Nazaret hoy celebraría, sería parte, compartiría con personas LGTB, con matrimonios LGTB, con familias LGTB; por ello, podemos decir, gritar y sentir Orgullo de ser creyentes LGTB, sin armarios.
(1)    Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales.
(2)    Son numerosos los grupos que pretendiendo cambiar la orientación sexual han producido numerosos daños, algunos irreparables a personas LGTB que han participado en ellos. Uno de los casos más sonados ha sido el cierre definitivo del grupo Éxodus Internacional, del que hace años ya varios de sus representantes concedieron una rueda de prensa reconociendo los daños ocasionados y pasando a trabajar para la igualdad de las personas LGTB. Algunos enlaces interesantes:
          Cier
re deÉxodus Internacional y disculpas de su Presidente:
http://www.cristianosgays.com/tags/exodus-international/
          Exfundador de Exodus Internacional, Jeremy Marks, informando sobre los daños ocasionados por tal organización y actualmente trabajando para el Forum Europeo de Grupos Cristianos LGTB:
http://www.youtube.com/watch?v=v2PLPyKmtas
          Exfundadores del grupo Éxodus Internacional en conferencia de prensa pidiendo perdón por los daños ocasionados:
http://www.youtube.com/watch?v=aDiYeJ_bsQo
(3)    1 Samuel 20, 41:

Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado del sur, y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra: y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro, aunque David lloró más.

1 Samuel 20, 17:

Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque le amaba, pues le amaba como a sí mismo.

1 Samuel 20, 30:

Se encendió la ira de Saúl (padre de Jonatán) contra Jonatán, y le dijo: ¡Hijo de perversa y rebelde! ¿Acaso no sé yo que prefieres al hijo de Isaí, para tu propia vergüenza y para vergüenza de la desnudez de tu madre?

2 Samuel 1, 26:

Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce: Más maravilloso me fue tu amor, que el amor de las mujeres.

(4)    Gálatas 3:28
No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús.
(5)    Jesús sana al amante del centurión. Por Xabier Pikaza, teólogo: http://blogs.periodistadigital.com/21rs.php/2006/05/25/p28836
(6)    El hombre del Cántaro (el primer personaje del evangelio que sale del armario), por Salvador Santos:
http://www.cristianosgays.com/2010/04/07/el-hombre-del-cantaro-el-primer-personaje-del-evangelio-que-sale-del-armario-por-salvador-santos/
(7)    John ShelbySpong nos visitó en Madrid en Octubre de 2012 y Octubre de 2013, dando varias conferencias en Barcelona y Madrid. El manifiesto al que se hace referencia: http://www.atrio.org/2010/12/%C2%A1ha-llegado-el-momento-un-manifiesto-del-obispo-spong/
Otros enlaces de interés:
          ¿Es la homosexualidad una enfermedad, puede ser curada? (inglés): http://www.felgtb.org/rs/1214/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/eb4/filename/homosexuality-as-a-disease.pdf
          La homosexualidad no es un crimen (inglés y francés):
http://www.felgtb.org/rs/819/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/57d/filename/homosexualite-n-est-pas-un-crime-ni-une-perversion-par-nature-pour-l-islam-homosexuality-is-not-a-crime-neitheir-a-sin-by-nature-for-i
slam.pdf
          ¡Pero si lo dice la Biblia!:
http://www.felgtb.org/rs/1115/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/1b9/filename/comic-acgil-2011-biblia-sebas-1.pdf
          Homosexualidad e Iglesia, por Emilio Lospitao:
http://www.felgtb.org/rs/861/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/a14/filename/homosexualidad-e-iglesia-a-modo-de-concienciacion.pdf
          Biblia y realidad LGTB:
http://www.felgtb.org/rs/1890/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/933/filename/folleto-biblia-interior-desplegado.jpg
          Entrevista al presbítero anglicano Juan Larios:

http://www.felgtb.org/rs/1604/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/5b2/filename/entrevista-a-juan-larios-septiembre-2012.pdf
Por Aurelio M. Lepe Gil
Coordinador de la Sección de Asuntos Religiosos de COGAM
Excoordinador del Área de Asuntos Religiosos de la FELGTB
Miembro de la Iglesia Episcopal Reformada Española de Comunión Anglicana – IER

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La dignidad volvió a ganar

El punto de encuentro fue la recién estrenada estación de bicicletas eléctricas en la Cuesta de Moyano. Habíamos acordado vernos a las 18 horas, pues no queríamos perdernos ni un segundo del acontecimiento, aunque yo no dejaba de pensar que era algo pronto y que seguramente seríamos de los primeros en llegar a la fiesta pues, como solemos predecir, estas cosas siempre empiezan tarde. Al llegar a Atocha, quedé maravillado cuando vi la inmensa cantidad de gente que ya se encontraba en el Paseo del Prado, esperando el comienzo de la Manifestación Estatal; cruzar la calle para llegar a Moyano fue casi como intentar entrar al metro durante esos días de huelga que de vez en cuando nos toca sufrir.


Faltaba menos de media hora para el inicio de la manifestación cuando la bocina de un autobús repleto de turistas hizo que me percatara de que uno de los carriles del Paseo continuaba abierto al tráfico, aunque ya miles de personas lo inundaban. Reí para mis adentros al tiempo que me decía: “éstos de arriba…es que ya no saben qué hacer para sabotear”. Era para mí evidente que esos “descuidos” formaban parte de ese plan ridículo y, como la evidencia ha dejado muy en claro, fracasado, de estropear la más multitudinaria de las fiestas. Con ello, la manifestación cobró para mí un significado adicional: alguien me dijo una vez que ya todo estaba hecho… pero… ¿quién?

Pasados unos minutos de las 18:30 unos petardos y los consecuentes vítores indicaron que la manifestación arrancaba. Poco después empecé a dar mis primeros pasos sobre la calzada, lleno de emoción: era la primera vez que abandonaba la barrera desde la que siempre he tenido por costumbre ver, muy cómodamente, los toros, y me lanzaba al ruedo, junto con muchos otros miles de hombres y mujeres, para defender la dignidad humana, la igualdad, el respeto a la diversidad, la tolerancia. Manifestamos por nosotros, pero también –y, en esta oportunidad, sobre todo- por aquellos que no pueden hacerlo.
Desde el corazón del ruedo, la perspectiva de las cosas era muy distinta a la del tradicional pararse a mirar. Desde allí miras, claro que miras, pero también te miran, muchísimos ojos te miran, algunas manos te aplauden; dejas de ser testigo, pasas a ser protagonista. Sabía que para muchos de los que estaban allí también era la primera vez;  para otros cuantos, quizás demasiados, era uno de los pocos días del año en que podían dejar de ser invisibles; en ningún momento pasé por alto que muchísimos hubieran querido estar allí pero no pudieron. Es complicado expresar con palabras las emociones vividas en casi tres horas de trayecto hasta la Plaza de Colón: ¿Acaso es fácil describir lo que se siente al estar arropado por un millón de amigos?

No cabe duda de que Madrid, otra vez, lo logró. ¡Vaya que si lo logró! No me refiero, evidentemente, a su gobierno que, por insistir en prejuicios que ya deberían estar superados, discrimina abiertamente a miles de ciudadanos (electores y contribuyentes, para más señas) y viola descaradamente sus obligaciones como garante de la seguridad y el buen trascurrir de acontecimientos como el Orgullo Gay. Es así como, a diferencia de muchos otros eventos, no hemos visto vallas que separaran a manifestantes y público e impusieran una distancia mínima de seguridad entre personas y carrozas, no hemos encontrado ninguno de esos imprescindibles baños portátiles en los que poder aliviar la vejiga, no se han reforzado los servicios de transporte público ni se han cerrado calles donde infinidad de personas festejaban la diversidad al tiempo que hasta camiones de la basura realizaban su recorrido habitual, aunque las circunstancias de esa noche fueran extraordinarias.

De quien hablo es del pueblo de Madrid, de su gente;  y de esos miles de visitantes de todos los rincones de España que recorrieron kilómetros y kilómetros para alzar su voz por la dignidad humana y demostrarle a nuestros gobernantes que España está, firme, del lado de la igualdad, el respeto y la tolerancia.

Por Moisés Martín


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Por los que podemos…¡Y por los que no!

                Junio ya está aquí y, con él, nuestra gran fiesta del orgullo. Durante una semana tendremos la oportunidad de participar en numerosas actividades lúdicas, culturales y políticas que han sido organizadas en su totalidad teniendo como norte la lucha por los derechos del colectivo LGBTQ.  Y es que el orgullo no es otra cosa que reivindicación. Reivindicación, a través de la visibilidad, de los derechos humanos, de la diversidad, de la igualdad, de la tolerancia.



                Este año 2014 dejaré de ver los toros desde la barrera y, por primera vez, me uniré activamente a los miles de compañeros que, con valentía ante el sol del verano madrileño, recorrerán el Paseo del Prado –desde su comienzo en Atocha hasta la Plaza de Colón– en la Manifestación Estatal el sábado 5 de julio. 

                Lo haré porque puedo hacerlo. Porque soy un ciudadano libre que vive en un país libre y, para mayor alegría, en una de las ciudades más amigables del mundo para la población LGBTQ. Lo haré, también, porque carece de sentido renunciar a mis libertades y derechos; hacerlo sería además una inaceptable ingratitud para con todos aquellos que lucharon, poniendo en riesgo muchas veces hasta su integridad física, por lo que hoy millones de almas podemos disfrutar.

                Me manifestaré por mí. Porque aunque es mucho –¡muchísimo!- lo que se ha logrado, aún queda camino por recorrer.  Y porque los derechos, una vez conquistados, deben ser vigilados y defendidos.  Ninguna marcha atrás, ninguna violación ni ningún intento de ignorarlos o relativizarlos para limitarlos deben ser subestimados. ¡Ninguno!

              Me manifestaré junto a amigos y amigas que han hecho de Madrid, la hospitalaria ciudad en la que todos cabemos, su nueva casa, sencillamente porque, muchas veces, la homofobia asfixiante del pueblo o de su país natal les ha obligado a emigrar.Una fuga gay para poder vivirde acuerdo a como sienten, sin miedo, sin que ser como son pueda poner en peligro, incluso, su propia vida. Compartiremos la alegría de aquellos que han podido acercarse a nuestra fiesta, desde distintos puntos de la geografía española o desde otros países, para por unos cuantos días dejar de ser invisibles.
                Y nos manifestaremos, con todo nuestro corazón, por aquellos que no pueden hacerlo. Recordaremos a todos esos Pacos y Lolas, Pepes y Marías, que, aún en la España del siglo XXI, se ven forzados por presiones familiares, religiosas, sociales o profesionales, a callar, a negarse a sí mismos y a llevar una vida que no es la suya sino la de quien es más fuerte y pega más fuerte.


                Elevaremos nuestra voz por Naomi, por Paul, por Solange y por las otras muchas personas que actualmente están presas en Camerún debido a su orientación sexual. Estaremos con nuestros hermanos y hermanas de ese gran continente llamado África. En muchos de sus países la homosexualidad es vista como un desprecio al islam y merecedora, claro está, de castigo. En otros es un delito “civil” penado con largas estancias en prisión o incluso la muerte. En muchas naciones del África negra la caza del gay se ha convertido en casi un deporte nacional promovido por la intolerancia religiosa y política.

Pensaremos en el extenso mundo árabe, tan grande como carente de dignidad para la población LGBTQ. Abrazaremos, en espíritu, a Mahmud, quien mañana cumple la mayoría de edad, 15 años, en su natal Teherán y se convierte en elegible para la pena de muerte por sodomía; de haber sido “pillado”, hasta hoy, solamente le habrían tocado 74 latigazos.
Por todos ellos, por todos esos cientos de millones de seres humanos sentenciados a una vida de miedo y negación, a habitar en el fondo más oscuro de un armario que no es su casa sino su cárcel –para muchos la peor de todas las prisiones posibles-, elevaremos nuestra voz.

Por Moisés Martín