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Manifiesto por la Visibilidad Trans

En este 31 de marzo, celebramos el Día de la Visibilidad Trans como un acto de reconocimiento y solidaridad hacia todas las personas trans y no binarias alrededor del mundo. Es un momento para elevar nuestras voces, honrar nuestras experiencias y tomar acciones contra la discriminación a la que nos enfrentamos en nuestra sociedad.

En España, hay personas que instrumentalizan nuestra existencia y nuestras necesidades con fines partidistas e interesades desde tribunas institucionales, académicas y privilegiades, expresando poco más que ignorancia en lo que respecta a las vivencias trans.

A pesar de estar en el año 2024, con la nueva y mal llamada “Ley Trans”, tenemos que seguir reivindicando y reclamando nuestros derechos. Todavía no están siendo efectivas muchas medidas que están recogidas en la misma, como son los cambios de documentación para las personas migrantes o los tiempos de espera en los registros civiles.

Además, no se reconoce aún a las personas no binarias y se mantiene a la infancia trans sin mecanismos para lograr el reconocimiento legal hasta cumplir los 14 años. Y a pesar de todo, aún hay quien tiene la intención de derogar la ley y recortar nuestros derechos.

«Se mantiene a la infancia trans sin mecanismos para lograr el reconocimiento legal hasta cumplir los 14 años«

Estas carencias son más perceptibles en los estratos más vulnerables del colectivo, como son las infancias trans, los migrantes o las personas no binarias. A día de hoy, una criatura tiene que enfrentarse a un sistema educativo con medidas de protección insuficientes, una clara falta de referentes y ninguna alternativa cuando se ve atada por dependencia económica a una familia que la rechaza. 

En el caso de las personas no binarias se enfrentan a una sociedad que entiende y divide a la población de forma rígida y limitante. Son inexistentes a nivel burocrático, e invisibilizados socialmente, viéndose segregados en multitud de contextos. La falta de referentes hace que se tengan que enfrentar a ser encasillados desde un marco binarista como seres andróginos y no como una realidad diversa que busca romper con estereotipos de género.

Las personas migrantes siguen sin tener protocolos para poder acceder a los cambios en la documentación española. No se han puesto en funcionamiento en ninguna de las instituciones del Estado, abocando a toda persona que esté como residente a la incongruencia documental. La ley excluye a todas las personas que en su país de origen tienen alguna ley que le permita cambiar el sexo registral, sin considerar si se siguen los principios de autodeterminación. Y cómo no, las eternas olvidadas, las personas en situación irregular se ven excluidas por completo. 

En la Comunidad de Madrid, estamos siendo testigues de recortes en nuestros derechos. Desde el final del año pasado, están exigiendo la autorización de un psiquiatra o un psicólogo para iniciar terapias hormonales. Dicen hacerlo en aras de una supuesta seguridad médica, ignorando por completo la estigmatización que ello produce.

«En la Comunidad de Madrid están exigiendo la autorización de un psiquiatra o un psicólogo para iniciar terapias hormonales»

El tener que recibir un consentimiento de un profesional sanitario sigue siendo patologización, como es usar el termino de “condición transexual”: no hay forma de demostración científica posible para la identidad de alguien fuera de su autodeterminación. No se tiene en cuenta cómo afecta mental y socialmente, ni tampoco se consideran las altas tasas de suicidios que, por desgracia, nuestra comunidad tiene debido a la transfobia.

Incluso les reconocides por la ley estatal, siguen teniendo dificultades. Los plazos de 4 meses máximo para realizar todo el proceso de cambio registral no se están cumpliendo. En Madrid, estamos teniendo esperas de 8 meses desde la solicitud hasta la fecha de la segunda ratificación. La necesidad de una doble confirmación sigue poniendo en duda quiénes somos, y sigue siendo una mera traba.

La visibilidad es un elemento crucial en nuestras vidas. Sin exponernos a otras personas similares a nosotres, especialmente para aquelles que resisten fuera de las normas de la sociedad, podemos sentirnos perdides y aislades. La visibilidad nos permite formar conexiones significativas, florecer como comunidad y derribar las barreras que nos separan, pero no es una responsabilidad que todas las personas trans deban asumir. Los cambios en las leyes autonómicas, como es el caso de la Comunidad de Madrid, en donde se han despenalizado las terapias de conversión, son razones de peso para no hacerlo. La visibilización es una decisión individual, entendiendo que algunos pueden preferir mantener su realidad privada por cualquier razón.

La visibilidad es un reto para muchas personas trans, que nos expone a discriminación, acoso o violencia en contextos donde la sociedad aún no acepta plenamente la diversidad.

«No tenemos que dejar de ser escuchades ni dejar que nuestras historias sean borradas»

Sin embargo, la visibilidad pública que algunas personas trans elegimos asumir puede ser fundamental, teniendo un gran poder transformador para educar al público, ayudando a desafiar los estereotipos de género y señalando la necesidad de nuestros derechos. No tenemos que dejar de ser escuchades ni dejar que nuestras historias sean borradas, tenemos que inspirarnos para unir a nuestra comunidad.

Nuestra visibilidad es fundamental para avanzar hacia una sociedad más inclusiva, justa y respetuosa. En este día, como el resto de días, exigimos ser reconocides y respetades. 

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Identidad de género Información_LGTB Trans

"Los derechos trans y los roles de género"

La convicción personal y subjetiva de pertenecer al género masculino, femenino o a ninguno se denomina identidad de género. Su consolidación es probable entre los dieciocho y treinta meses de edad; inmodificable por el paso del tiempo o procedimiento de intervención profesional, e independiente de las experiencias iniciales de aprendizaje social y crianza. No debemos confundirlo con el concepto sexo, conjunto de características de origen biológico que definen el espectro humano como hembras o machos.

En la mayoría de las personas se encuentra una coincidencia entre la identidad de género y el sexo. Cuando esto no ocurre así, nos hallamos en el supuesto de una persona transgénero. Por ejemplo el caso de alguien con caracteres sexuales primarios y secundarios masculinos que se siente mujer (y efectivamente lo es).

En estos supuestos, cuyo baja frecuencia en la sociedad no eclipsa su gran importancia para nosotrxs, se produce un enfrentamiento entre el papel de género de nuestra cultura (binario y mutuamente excluyente, se es de uno o de otro) y las circunstancias y realidad de unx mismx. ¿Nos apegamos al guión marcado por la sociedad o nos alejamos de él sufriendo sanciones normativas bañadas de estigma? ¿Renunciamos a unx mismx aceptando la sumisión total al sistema?

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COGAM

Wendy Carlos: transformando la música.

«Cuando tenía cinco o seis años, recuerdo estar convencida de que era una niña, prefería llevar el pelo largo y ropa de chica y no entendía por qué mis padres me trataban como a un muchacho, por lo que decidí esconder mis sentimientos”.

Así describía parte de su infancia la músico Wendy Carlos, una de las compositoras más importantes del siglo XX y “madre” de la música electrónica; quién compaginó una exitosa carrera musical con una transición y una operación de reasignación de sexo, en una época en la que la sociedad no hablaba de estos temas, no existía ningún debate público, por lo que, ciertas personas, parecían no existir.
Wendy nació como Walter Carlos el 14 de noviembre de 1939, en Pawtucket, Rhode Island (Estados Unidos), en el seno de una familia de clase trabajadora. Durante su infancia fue acosada frecuentemente por su feminidad y ella encontró consuelo en el piano, que aprendió a tocar con sólo seis años. A la temprana edad de diez años ya había compuesto una pieza: Trío para clariente, acordeón y piano.